Aunque la esterilización de los animales de compañía sigue provocando ciertas dudas en un amplio sector de los propietarios, debemos decir que es una técnica quirúrgica que aporta muchos beneficios.
En un primer lugar, la esterilización de un macho ayuda a controlar la reproducción incontrolada y el consiguiente problema de abandonos; es claro que esta práctica debería ser muy tenida en cuenta por todos aquellos propietarios cuya mascota no va a ser cruzada.
Por otra parte, uno de los temores de los propietarios ante la esterilización es la supuesta predisposición a una obesidad incontrolada; nada más lejos de la realidad si adaptamos la alimentación del perro a su nueva situación.
Otra de las dudas que frena un mayor número de esterilizaciones es el cambio de comportamiento del animal; si bien es cierto que la esterilización es muy positiva para el control de ciertas manifestaciones agresivas de los perros, también es cierto que la esterilización no provoca el más mínimo cambio en la actitud general del perro ante las personas.
Si nos fijamos en las estadísticas podemos decir que en más del 75% de los casos se reducen las fugas, lo que evidentemente redunda en la evitación de montas no deseadas y accidentes; En un 50% de los casos se controla la agresividad intraespecifica; en más del 50% de los casos se reducen las montas inapropiadas (piernas de los propietarios, muebles...)
Finalmente, y en el aspecto sanitario, disminuye la aparición de problemas prostáticos (hiperplasia prostática, prostatitis...), de hernias perianales, el marcaje con orina...
En definitiva, la esterilización de los perros que no van a ser utilizados para la cría aporta grandes beneficios al animal, a los propietarios y al entorno.
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